11 de diciembre de 2009

TAPA 2: BERENJENAS MACERADAS (II)

Esta mañana compré perejil. Quiero decir que compré un cuarto de fresas y pedí unas ramitas de perejil. ¡Qué caras son las fresas! Siguen siendo tan especiales como cuando éramos enanos. Me encanta que las fresas sean caras, y que sólo haya en invierno (es un decir). Soy fan del concepto "de temporada". Bueno, al grano. Finalmente me puse al ajo, y las berenjenas ya están maceradas.

- ¡Qué buena pinta! -

En la práctica, en vez de usar la medida "cucharada", simplemente espolvoreé tomillo y perejil picado por encima de las mitades berenjenoidales. Por cierto, nadie especifica con qué hay que cubrir las berenjenas durante las 2 horas de maceración, espero que dos trapos limpios de cocina sean un método aceptado por la academia tapera. Por cierto, el horno a 180º pero, ¿en qué configuración: calor arriba, abajo, ambos, altura de la bandeja? Por cierto, ¿por qué en los libros de recetas nunca te aclaran los detalles cruciales?

Resumiendo: 45 minutos a 180º, darla vuelta a las berenjenas, bañarlas con zumo de limón, y 15 minutos más. Por mi cuenta, a una de las mitades le añado un muchito de Scamorza, a ver qué tal el experimento. Et voilá!

- La mejor, sin duda, con scamorza -


10 de diciembre de 2009

TAPA 2: BERENJENAS MACERADAS (I)

No se puede decir que no haya sido diligente con la compra: tengo 2 berengenas estupendas en el cajón de la nevera especial para frutas y verduras; 1 ramo de tomillo ¡de verdad! adornando mi nueva y flamante jarrita de cocina, directamente reciclada de la mudanza de una finlandesa... en fin, que he hecho los deberes. Y, sin embargo, me ha costado 3 días reunir la energía suficiente para enfrentarme a esta tapa... y es que las berengenas son mi maldición. Ni una sola vez he logrado que me queden bien. Creo que era más fácil antes, cuando eran amargas y ya sólo salarlas era un triunfo... pero ahora que vienen genéticamente modificadas para que no sepan a nada, no hay forma de preparlas de forma apetitosa.

Dicho lo cual, abro una cerveza y me remango la camiseta. ¡No hay dolor!
La receta, pues, es la siguiente (para 4 personas):

2 berengenas partidas a lo largo
4 cucharadas de aceite de oliva
2 dientes de ajo picados
2 cucharadas de perejil picado
1 cucharada de tomillo fresco picado
2 cucharadas de zumo de limón
sal y pimienta

Primera dificultad: ¿cómo se calcula una cucharada de peregil o tomillo picado? Por el perejil no me preocupo, claro está, porque se me ha vuelto a olvidar comprarlo (creo que como no me hace mucha gracia, lo evito subconscientemente, porque rara vez coincide que se me ocurra pedir unas ramitas en la frutería). Para el tomillo recurriré, como técnica maestra, al ojímetro.

Segunda dificultad: esta receta implica el uso de un horno. Berenjenas y horno son, cuando coinciden en una receta, como Escila y Caribdis a mis ojos... y debo combinarlos durante más de 45 minutos. ¡Dioses, ayudadme!

Tercera dificultad: la profecía autocumplida: ¿cómo me pongo a preparar una tapa a las 20:40 de la noche sin leer la receta hasta el final? Para colmo, ¡he invitado a una amiga a cenar, para que pueda degustar el experimento!! Y es que, una vez colocados todos los ingredientes sobre la encimera, y cortadas las berenjenas, me topo con esto: "haga 2 ó 3 cortes en la pulpa de las berenjenas y colóquelas boca abajo en una fuente para horno, salpiméntelas, tápelas y déjelas macerar a temperatura ambiente 2 ó 3 horas".

Malditas berenjenas. No tengo remedio.



2 de diciembre de 2009

TAPA 1: PATATAS A LA CAMPESINA (II)

El concepto de sofreír me resulta de lo más oscuro. Había que sofreír las patatas y las cebollas. Yo suelo freír primero la cebolla y, cuando está doradita, le añado lo que haya que añadir. Si no, la cebolla adquiere una consistencia babosa que me produce arcadas (literalmente). Pero en la receta dice expresamente "freír hasta que la cebolla esté blanca y transparente". Osea, la peor de las texturas que puedo imaginar para un trozo de cebolla que tenga que llevarme a la boca. Ufff. Para terminar de arreglarlo, me despisto y, en vez de en rodajas, la corto en trocitos. Cuando menos te lo esperas, la memoria de las manos te juega estas pasadas.

Las 7 patatas pesaron 770 g, así que elijo 4 (y eso que iba a hacer patatas para uno, eh?). Como son más bien medianas, parto cada una en 8 trozos. Al verlas flotando en la sartén, definitivamente me parece que, para cuatro, el medio kilo de la receta se queda algo corto, aunque como se supone que es una tapa...

Con la mostaza (francesa, buenísima), no hay incidentes. Me llama la atención que no se disuelve fácilmente en aceite caliente.

Entonces ocurre lo inesperado: abro la despensa y... ¡¡me he dejado la lata de tomate en el coche!! Tampoco hay rastro del caldo. Para qué negarlo, ambos ingredientes forman parte de la compra que lleva tres días en el maletero del coche (lo malo de no tener el garaje cerca de casa). No me queda otra que improvisar: un poco de ketchup, un tomate cortado en minidados, un vasito de agua, y a cruzar los dedos!!!

Tras los 15 min de cocción reglamentarios (25 me parecen un exceso), he aquí el resultado:

- ¿Se ve el humillo? Huelen que da gusto!! -


PD. Gracias a la RAE, ahora ya sé que sofreír significa sencillamente "freír ligeramente." Total, nada que ver con mis paranoias texturiales.

PPD. Después de marear con la música (BSO Lost in Traslation, Greenday... ) encontré la música ideal: Texas, discografía completa.


TAPA 1: PATATAS A LA CAMPESINA (I)

¡Manos a la patata!

Veamos, la receta original es para 4 personas, así que tendré que ajustar a ojímetro.

Siempre me he preguntado si el orden en el que están dispuestos los ingredientes en una receta tiene algún sentido. Me llamaba la atención que no enumerasen primero todas las medidas de cucharas, cucharitas y pizcas, luego los mililitros, luego los gramos, etc. Pero resulta que, al menos en este caso, los ingredientes están ordenados según el orden en el que los vamos a necesitar. A saber:

2 cucharadas de aceite de oliva
500 g de patatas nuevas, pequeñas, partidas por la mitad
1 cebolla cortada en rodajas
1 pimiento verde, sin semillas y cortado en rodajas
1 cucharadita de guindilla molida
1 cucharadita de mostaza
300 ml de tomate triturado de lata a las hierbas
300 ml de caldo vegetal
sal y pimienta
perejil picado, para adornar


Otra cosa curiosa es la insistencia en el "aceite de oliva". Pero, ¿qué otro aceite podría utilizarse para freír patatas? Más ajustes: el "tomate triturado de lata a las hierbas" no lo he encontrado por ningún sitio. Lo sustituyo por una lata de tomate triturado y un bote de finas hierbas que tenía por ahí. Además, prescindo del pimiento verde y de la guindilla, combinación que seguro que le da un sabor/toque estupendo a las patatas, pero que mi estómago se niega a tolerar.

El perejil se me ha olvidado, pero como "yo me lo guiso yo me lo como", los adornos me los ahorro (por esta vez, pues siempre hay que cuidar la presentación, más aún si es para uno mismo, comiendo en soledad).

Creo que ya no me quedan excusas para empezar... salvo, tal vez, la música. Para inspirarme, había elegido inicialmente la BSO de Shrek, pero me está sacando un poco de quicio. Pincho la de Memorias de África, y cierro de camino a la cocina.


TAPA 1: LA COMPRA

Y, al fin, ha llegado el día de vérmelas con la cocina tapera.

De vuelta a casa, he parado en la panadería Conchin. Una maravilla de horno. Abre sólo por las mañanas, y el pan que hacen es de los pocos que no se ponen chiclosos con la humedad a las 2 horas de haberlo comprado. Suelo pasar por allí cuando tengo noche. Dejo el coche en doble fila. Me encanta charlar con la panadera y sentirme "una habitual". Suelo comprar una barra y cuatro cruasanes pequeños (total: 1,80€). Si coincide que no he desayunado en el curro, prefiero los que hornean rellenos de chocolate (¡deliciosos!).

Después de dejar el coche en el garaje, me he acercado por la frutería, devorando ya el primer cruasán. Es una frutería que he descubierto hace poco y que me resulta fascinante. Hace esquina, justo al comienzo de la zona peatonal donde vivimos ahora, y tiene parte del género en la calle. Atienden tres parcas: la joven, la madura, la anciana. Coges una cesta de plástico y eliges la fruta y verdura tú misma. La anciana ordena las manzanas, la madura vocea las ofertas, la joven pesa, coloca las bolsitas con cuidado de que no se te espachurre nada, y cobra. Por la módica cantidad de 2,50€, me he hecho con 4 tomates, 2 cebollas, 1 cebolla morada, 1 berengena, 1 calabacín, 1 manzana, 4 mandarinas, 7 patatas... y creo que eso es todo.

Mañanas como ésta hacen que adore vivir en el centro: pasear por calles adoquinadas y picotear de tiendecita en tiendecita, mientras las campanas de alguna iglesia dan las once.