11 de abril de 2011

TAPA 3: CALABACÍN FRITO CON SALSA (I)

No es que no esté motivada, es que el 2010 ha sido un año de espanto a muchos niveles, pero sobre todo en el plano laboral, que es lo que me ha apartado de tantos proyectos, incluído el de procurarme placer y salud a través de una buena alimentación no exenta de diversión.

El estar al fin publicando esta entrada, constata que de alguna manera he recuperado la calma y retomo mi "camino con corazón" de las tapas.

Escoger la receta tuvo su miga. Innové sobre la fórmula inicial de abrir el libro por una página al azar, primando la importancia de alejarme de lo "animal" en pro de la verdurita. Y así, los calabacines con salsita de piñones ganaron la contienda!

- ¡Tachán! -

Receta para 6-8 personas:

450 g de calabacines pequeños
3 cucharadas de harina
1 cucharadita de pimentón dulce
1 huevo grande
2 cucharadas de leche
aceite de girasol, para freír
sal marina gruesa

salsa de piñones:
100 g de piñones
1 diente de ajo pelado
3 cucharadas de aceite de oliva
1 cucharada de zumo de limón
3 cucharadas de agua
1 cucharada de perejil picado
sal y pimienta

La dificultad de adaptar a dos comensales (aunque al final resultó que podían haber comido 4, y la tapa se convirtió en plato único de la cena...) la imponen, como siempre, las proporciones en formato "cucharada", con lo que toca hacerlo a "ojímetro". El resultado no es malo siempre que uno tenga cierta habilidad para probar y oler en el momento adecuado. Esta habilidad se adquiere con muuuuuuuuuuucha práctica, así que armáos de paciencia!!

La "otra cara" de esta dificultad (porque siempre hay otra cara), está relacionada con la economía de la receta: si bien la cosa no sale mal, el hecho de que los piñones prácticamente quintupliquen (en proporción, que es a lo que estamos) el precio de los otros ingredientes, introduce un factor de estrés muy peculiar: "dios mío, como la salsa me salga mal, menudo desastre!!!, ¿acertaré con las proporciones o me pasaré de sal y lo echaré todo a perder???".

Pero no os preocupéis, descubriréis la solución a todas estas incógnitas en el próximo post!!


11 de diciembre de 2009

TAPA 2: BERENJENAS MACERADAS (II)

Esta mañana compré perejil. Quiero decir que compré un cuarto de fresas y pedí unas ramitas de perejil. ¡Qué caras son las fresas! Siguen siendo tan especiales como cuando éramos enanos. Me encanta que las fresas sean caras, y que sólo haya en invierno (es un decir). Soy fan del concepto "de temporada". Bueno, al grano. Finalmente me puse al ajo, y las berenjenas ya están maceradas.

- ¡Qué buena pinta! -

En la práctica, en vez de usar la medida "cucharada", simplemente espolvoreé tomillo y perejil picado por encima de las mitades berenjenoidales. Por cierto, nadie especifica con qué hay que cubrir las berenjenas durante las 2 horas de maceración, espero que dos trapos limpios de cocina sean un método aceptado por la academia tapera. Por cierto, el horno a 180º pero, ¿en qué configuración: calor arriba, abajo, ambos, altura de la bandeja? Por cierto, ¿por qué en los libros de recetas nunca te aclaran los detalles cruciales?

Resumiendo: 45 minutos a 180º, darla vuelta a las berenjenas, bañarlas con zumo de limón, y 15 minutos más. Por mi cuenta, a una de las mitades le añado un muchito de Scamorza, a ver qué tal el experimento. Et voilá!

- La mejor, sin duda, con scamorza -


10 de diciembre de 2009

TAPA 2: BERENJENAS MACERADAS (I)

No se puede decir que no haya sido diligente con la compra: tengo 2 berengenas estupendas en el cajón de la nevera especial para frutas y verduras; 1 ramo de tomillo ¡de verdad! adornando mi nueva y flamante jarrita de cocina, directamente reciclada de la mudanza de una finlandesa... en fin, que he hecho los deberes. Y, sin embargo, me ha costado 3 días reunir la energía suficiente para enfrentarme a esta tapa... y es que las berengenas son mi maldición. Ni una sola vez he logrado que me queden bien. Creo que era más fácil antes, cuando eran amargas y ya sólo salarlas era un triunfo... pero ahora que vienen genéticamente modificadas para que no sepan a nada, no hay forma de preparlas de forma apetitosa.

Dicho lo cual, abro una cerveza y me remango la camiseta. ¡No hay dolor!
La receta, pues, es la siguiente (para 4 personas):

2 berengenas partidas a lo largo
4 cucharadas de aceite de oliva
2 dientes de ajo picados
2 cucharadas de perejil picado
1 cucharada de tomillo fresco picado
2 cucharadas de zumo de limón
sal y pimienta

Primera dificultad: ¿cómo se calcula una cucharada de peregil o tomillo picado? Por el perejil no me preocupo, claro está, porque se me ha vuelto a olvidar comprarlo (creo que como no me hace mucha gracia, lo evito subconscientemente, porque rara vez coincide que se me ocurra pedir unas ramitas en la frutería). Para el tomillo recurriré, como técnica maestra, al ojímetro.

Segunda dificultad: esta receta implica el uso de un horno. Berenjenas y horno son, cuando coinciden en una receta, como Escila y Caribdis a mis ojos... y debo combinarlos durante más de 45 minutos. ¡Dioses, ayudadme!

Tercera dificultad: la profecía autocumplida: ¿cómo me pongo a preparar una tapa a las 20:40 de la noche sin leer la receta hasta el final? Para colmo, ¡he invitado a una amiga a cenar, para que pueda degustar el experimento!! Y es que, una vez colocados todos los ingredientes sobre la encimera, y cortadas las berenjenas, me topo con esto: "haga 2 ó 3 cortes en la pulpa de las berenjenas y colóquelas boca abajo en una fuente para horno, salpiméntelas, tápelas y déjelas macerar a temperatura ambiente 2 ó 3 horas".

Malditas berenjenas. No tengo remedio.



2 de diciembre de 2009

TAPA 1: PATATAS A LA CAMPESINA (II)

El concepto de sofreír me resulta de lo más oscuro. Había que sofreír las patatas y las cebollas. Yo suelo freír primero la cebolla y, cuando está doradita, le añado lo que haya que añadir. Si no, la cebolla adquiere una consistencia babosa que me produce arcadas (literalmente). Pero en la receta dice expresamente "freír hasta que la cebolla esté blanca y transparente". Osea, la peor de las texturas que puedo imaginar para un trozo de cebolla que tenga que llevarme a la boca. Ufff. Para terminar de arreglarlo, me despisto y, en vez de en rodajas, la corto en trocitos. Cuando menos te lo esperas, la memoria de las manos te juega estas pasadas.

Las 7 patatas pesaron 770 g, así que elijo 4 (y eso que iba a hacer patatas para uno, eh?). Como son más bien medianas, parto cada una en 8 trozos. Al verlas flotando en la sartén, definitivamente me parece que, para cuatro, el medio kilo de la receta se queda algo corto, aunque como se supone que es una tapa...

Con la mostaza (francesa, buenísima), no hay incidentes. Me llama la atención que no se disuelve fácilmente en aceite caliente.

Entonces ocurre lo inesperado: abro la despensa y... ¡¡me he dejado la lata de tomate en el coche!! Tampoco hay rastro del caldo. Para qué negarlo, ambos ingredientes forman parte de la compra que lleva tres días en el maletero del coche (lo malo de no tener el garaje cerca de casa). No me queda otra que improvisar: un poco de ketchup, un tomate cortado en minidados, un vasito de agua, y a cruzar los dedos!!!

Tras los 15 min de cocción reglamentarios (25 me parecen un exceso), he aquí el resultado:

- ¿Se ve el humillo? Huelen que da gusto!! -


PD. Gracias a la RAE, ahora ya sé que sofreír significa sencillamente "freír ligeramente." Total, nada que ver con mis paranoias texturiales.

PPD. Después de marear con la música (BSO Lost in Traslation, Greenday... ) encontré la música ideal: Texas, discografía completa.