2 de diciembre de 2009

TAPA 1: LA COMPRA

Y, al fin, ha llegado el día de vérmelas con la cocina tapera.

De vuelta a casa, he parado en la panadería Conchin. Una maravilla de horno. Abre sólo por las mañanas, y el pan que hacen es de los pocos que no se ponen chiclosos con la humedad a las 2 horas de haberlo comprado. Suelo pasar por allí cuando tengo noche. Dejo el coche en doble fila. Me encanta charlar con la panadera y sentirme "una habitual". Suelo comprar una barra y cuatro cruasanes pequeños (total: 1,80€). Si coincide que no he desayunado en el curro, prefiero los que hornean rellenos de chocolate (¡deliciosos!).

Después de dejar el coche en el garaje, me he acercado por la frutería, devorando ya el primer cruasán. Es una frutería que he descubierto hace poco y que me resulta fascinante. Hace esquina, justo al comienzo de la zona peatonal donde vivimos ahora, y tiene parte del género en la calle. Atienden tres parcas: la joven, la madura, la anciana. Coges una cesta de plástico y eliges la fruta y verdura tú misma. La anciana ordena las manzanas, la madura vocea las ofertas, la joven pesa, coloca las bolsitas con cuidado de que no se te espachurre nada, y cobra. Por la módica cantidad de 2,50€, me he hecho con 4 tomates, 2 cebollas, 1 cebolla morada, 1 berengena, 1 calabacín, 1 manzana, 4 mandarinas, 7 patatas... y creo que eso es todo.

Mañanas como ésta hacen que adore vivir en el centro: pasear por calles adoquinadas y picotear de tiendecita en tiendecita, mientras las campanas de alguna iglesia dan las once.


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